miércoles, 14 de agosto de 2013

Bipolaridad & Sexualidad

La medicina ha evolucionado mucho en los últimos años. Llevamos un ritmo de vida frenético y debido a ello han aparecido nuevas enfermedades que nos han hecho acudir a especialistas (psiquiatras) que antiguamente producían en la sociedad un gran rechazo y actualmente se perciben como cualquier otro experto en tratamientos de salud. Nos referimos a enfermedades de trato psiquiátrico; puede ser una depresión, estrés, trastorno bipolar, etc.

En el caso del trastorno bipolar, una afección en la cual las personas alternan entre períodos de estado de ánimo muy bueno o irritable a depresión. Las fluctuaciones en el estado de ánimo entre manía y depresión pueden ser muy rápidas.

El trastorno bipolar afecta por igual a hombres y mujeres, y generalmente comienza entre los 15 y 25 años. La causa exacta se desconoce, pero se presenta con mayor frecuencia en parientes de personas que padecen dicho trastorno.

Esta enfermedad supone múltiples inconvenientes en la vida diaria; puede causar problemas en el trabajo, dificultades para mantener a lo largo del tiempo las relaciones con otras personas y variaciones muy importantes en la forma de reaccionar ante la vida y sus conductas dependiendo de si está eufórico o depresivo.

En España, alrededor del 1,3% de la población adulta padece este problema y hasta un 60% de estos pacientes puede ver afectada de una forma u otra su vida sexual.

Los períodos en los que predomina claramente un estado de ánimo se llaman fases. Así, cuando lo que prima es la tristeza se habla de una fase depresiva y cuando lo hace la euforia o exaltación del ánimo se dice que la persona está en fase maníaca. La alternancia de fases suele producirse con periodos intermedios de relativa normalidad del estado de ánimo.

Así, muchas personas describen gráficamente su problema de ánimo comparándolo con una montaña rusa y los científicos que estudian la enfermedad hacen gráficos en los que reflejan las “subidas” y “bajadas” del estado de ánimo como “picos” y “valles” que se alternan con “mesetas” de estabilidad.
En el caso de la relaciones de pareja, en la primera fase (maniática) hay tendencia a la hiperactividad y la euforia, que suelen acompañarse de un incremento del deseo sexual, y en ocasiones de cierta desinhibición y promiscuidad. Por el contrario, en las fases depresivas, existe una disminución del deseo y la práctica sexual. Durante las fases maníacas se produce un aumento de la producción de una sustancia cerebral denominada dopamina que es el neurotransmisor de la motivación, el que nos impulsa a hacer cosas y a probar cosas nuevas, y es también fundamental en la excitación sexual. La manía, por tanto, aumenta la excitabilidad sexual, mientras que la depresión la disminuye.

En este caso, los problemas principales que una persona con trastorno bipolar puede tener en sus relaciones son los cambios del deseo sexual en un sentido u otro, pero también, pueden darse retraso en la eyaculación, impotencia y anorgasmia. Además, la parte psicológica y social también se ve claramente afectada.

Las conductas de hipersexualidad y la promiscuidad que refieren en las fases maniacas cobran aquí gran importancia, ya que pueden provocar rechazo social y familiar. La disminución del impulso sexual puede reducir la calidad de vida y el autoestima. De hecho, la psicoeducación y la rehabilitación son clave para tratar el transcurso de la enfermedad.

Medicación

Los fármacos pueden influir en las relaciones sexuales de pacientes con trastorno bipolar y otras enfermedades mentales. En ocasiones, consumen psicofármacos que producen alteraciones en su actividad sexual. El problema puede ser que abandonen la medicación, con el consiguiente riesgo de recaídas.

Pero los fármacos son esenciales para mantener la calidad de vida de los pacientes y controlar de pleno la enfermedad. El tratamiento es imprescindible para mantener la enfermedad bajo control y poder llevar una vida normal.

En resumen, el trastorno bipolar es una patología común y tratable si se diagnostica a tiempo. Todos aquellos que lo sufren, deben saber que si han percibido cambios indeseados en su capacidad de disfrute de una vida sexual sana y plena, existen soluciones; el primer paso es comunicarlo a los responsables de su tratamiento.

La bipolaridad y sexualidad son compatibles, pero siempre, la persona afectada por este problema debe llevar una correcta medicación y supervisión por el especialista que le esté tratando.

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