miércoles, 13 de agosto de 2014
Cambios en la madre durante el embarazo
Cuando una mujer está embarazada,
en su cuerpo se producen muchos cambios que afectan, no solo a sus emociones,
sino también a su entorno familiar y social haciendo que haya que adaptarse a
las nuevas situaciones y poder tener cuidado con todo lo que se hace para no
dañar ni al bebé ni a la propia madre debido a que el cuerpo, al cambiar, lo
hace para que se desarrolle el bebé que hay dentro y, al mismo tiempo, nos
preparemos para el parto.
Cambios en el cuerpo de la madre
La mayoría de los cambios que se
suelen producir a lo largo de los meses en la madres es, sin duda, en el
cuerpo, producidos casi siempre por las hormonas que son las que se encargan de
variar todo el cuerpo para adaptarlo al nuevo estado.
Al principio el cuerpo ve el
embarazo como una infección y es por eso que, durante los primeros meses, se
puede producir una especie de pelea entre el organismo, el embrión, y la mujer
por adaptarse y no verlo como una amenaza.
En general, durante los primeros
meses de embarazo se irán aumentando de peso de manera gradual en los
diferentes trimestres. Así, el primer mes de embarazo se dice que es habitual
ganar un kilo de peso, no más. Ya en el segundo trimestre y en el tercer
trimestre se considera como algo normal ganar unos 4,5 kilos para, en total, en
todo el embarazo, se ganen entre 8 y 12 kilos, no más porque, si es así, se
puede poner en peligro tu salud y la de tu hijo provocando obesidad u otras
dolencias más graves.
De hecho, si antes de quedarte
embarazada no tenías tu peso ideal, se debe vigilar mucho más de cerca el peso
que se gana para evitar que pueda haber un peligro grave para la salud de la
madre o la aparición de enfermedades relacionadas con la obesidad como son la
diabetes que, en el embarazo, es muy peligrosa.
Otros cambios en el cuerpo de la
madre que se producen es en cuanto a las mamas que se preparan durante el
embarazo para el periodo de lactancia aumentando de tamaño e incluso
volviéndose más sensibles. Las venas superficiales que tienen los senos se
hacen más visibles y las areolas de los pechos las notarás de un color más
oscuro, sobre todo a partir del quinto mes. De hecho, a partir de esa fecha es
posible que tus pezones segreguen un líquido de color amarillento llamado
calostro (y será necesario utilizar unos sujetadores especiales para
embarazadas).
En cuanto al útero, también éste
va a crecer para albergar al bebé e irá ampliando su tamaño conforme el bebé
vaya creciendo. De hecho, a menudo notarás que el útero se contrae y esto es
porque se entrena para el parto. No es algo que haya que evitar aunque no es
bueno hacerlo muchas veces pues puede hacer que se inicie el parto.
La vagina es otra de las partes
del cuerpo de la madre que se adapta a la nueva situación volviéndose más
elástica y aumentando el flujo vagina y la mucosa que saldrá más oscura. A
menudo tendrás más ganas de orinar debido a que, como el útero aumentan su
tamaño, suele ejercer una presión en la vejiga y hace que ésta sea algo más
pequeña y además, con la fricción, necesite descargarse más veces a lo largo
del día.
Todos los órganos de la madre
trabajan mucho más durante el periodo de embarazo lo que hace que se canse
mucho más. Debido a eso, y al hecho de que, al albergar una nueva vida los
nutrientes, muchos de ellos pasan al bebé, esto hace que las uñas se vuelvan
más frágiles, la boca más sensible y el pelo pueda empezar a caerse más
fácilmente. No hay que tener miedo, es algo normal y no durará porque, una vez
se de a luz, todo volverá a ser como antes.
La piel, por ejemplo, es donde
notarás más cambio porque cambia, sobre todo en las mamas y el vientre,
estriándose incluso, y oscureciéndose también. En algunos casos pueden aparecer
manchas en la cara que desaparecen a los pocos meses de parto.
En cuanto a los sentidos, éstos se
agudizarán siendo capaz de captar nuevos sabores y olores y de tener caprichos
de alimentos (a veces sin que los hayas probado antes siquiera).
Una de las partes del cuerpo de la
mujer a la que hay que tener especial cuidado es la columna vertebral porque,
debido a que se gana peso y además se alberga una vida en el vientre, el peso
de la misma hace que se produzca una forma diferente de caminar a la que llaman
“marcha de pato” u “orgullo de embaraza”, sobre todo al final del embarazo.
Esto genera una gran tensión en la espalda que, si se tienen problemas antes de
quedarte embarazada, puede provocar que después haya más problemas aún.
Cambios en los sentimientos de la madre
Cuando conoces que estás
embarazada, el primer sentimiento que se tiene es el de sorpresa porque es algo
que puedes haber querido con mucha ilusión, un acontecimiento único en la vida
de una pareja (o de una mujer). Sin embargo, la sorpresa suele dar paso al
desconcierto, la inquietud o la preocupación. No temas, no es algo malo sino lo
normal en una embarazada, sobre todo una primeriza debido a que no se sabe si
será una buena madre o no.
También es habitual necesitar la
compañía y las atenciones de las demás personas. Los cambios frecuentes de
humor es algo que puede hacer que estés muy irascible y nerviosa porque no
sabes cómo comportarte.
Los temores acerca de perder al
bebé, de no saber cuidarte, o cuidarlo, etc. pueden provocar que necesites a tu
pareja, o a alguien cercano para apoyarte en él.
Ya en el segundo trimestre del
embarazo tus hormonas se suelen tranquilizar y, con ellas, tus propios
sentimientos.
El hecho de que empieces a notar la vida de tu bebé (el sexo, el
movimiento, etc.) hará que te tranquilices y veas que el embarazo se está
desarrollando bien. Ya en el tercer trimestre la cosa cambia.
Los tres últimos meses de embarazo
vuelven a hacer que la mujer se sienta muy inquieta, impaciente y nerviosa por
el próximo parto que se va a producir. El miedo a que algo salga mal, a que el
bebé no esté bien o miles de cosas más hace que también tenga ese agobio que
hay que aliviar de alguna forma para evitar problemas.
Cambios en el entorno familiar y social
Por último, otro de los cambios
durante el embarazo se produce en el entorno familiar. Hay que tener en cuenta
que, el embarazo, es cosa de dos, aunque solo sea la madre la que sufre más que
el padre. Sin embargo, la pareja debe estar a su lado en todo momento para
experimentar con ella los sentimientos y ayudarla a tranquilizarla y calmar los
nervios que pueda tener.
En el caso de que la madre no
tenga pareja, una situación muy habitual hoy en día, se debe confiar mucho en
una misma y buscar el apoyo y la ayuda de otras personas de ámbito familiar,
amigos o instituciones para no estar sola o abrumarse por el estado en que se
encuentra.
Para esto, los abuelos pueden
constituir una agradable fuente de apoyo en el embarazo, antes y después del
mismo.
Cambios en la sexualidad de la
pareja
En cuanto a las relaciones
sexuales con la pareja, hay muchos que no ven nada malo en proseguir con ellas
pero hay que hacerlas con más cuidado. En el primer trimestre, las mamas son
mucho más sensibles y es posible que, las molestias que producen haga que no se
tengan muchas ganas de sexo y menos de rozar esa parte importante y erógena.
También el cambio hormonal hace que la mujer se sienta más cansada y con sueño
lo cual tampoco apetece.
Sin embargo, peude haber
relaciones sexuales con penetración salvo que existan problemas que lo impidan,
no solo en el primer trimestre sino también en el segundo y el tercero. De
hecho, es el segundo trimestre donde se disfrutan aún más debido a que la mujer
está más tranquila y segura y, al tener los sentidos más agudizados, el placer
es aún mayor.
Algunas recomendaciones que te
damos finalmente son:
- Vigila bien la comida que tomas para evitar que, algo que pueda afectar al bebé lo tomes. Igualmente, intenta no consumir alimentos que están prohibidos en las embarazadas como es el tabaco, alcohol, drogas, estimulantes, etc.
- Nunca tomes medicamentos que no te haya recetado un médico en tu estado.
- Evita las radiaciones durante el primer trimestre, y también en los demás, porque pueden afectar al bebé.
- Vigila la ropa que te pones para evitar molestias.
- También debes cuidar las posturas a la hora de limpiar, dormir, levantarte, coger peso, etc. que pueden hacerte tener problemas (por ejemplo tirones en la espalda o molestias para el bebé.
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