Desgraciadamente los anticonceptivos que se utilizan habitualmente tienen un coste relativo bastante alto. Además la vida fértil de una mujer se extiende durante varias décadas, y al de un hombre bastante más. Por eso, cuando se tiene una pareja estable y la total seguridad de no querer tener ningún hijo más, lo más razonable es recurrir a los anticonceptivos definitivos: la vasectomía o la ligadura de trompas.
Sin embargo, para elegir uno de estos métodos hay que estar extremadamente convencidos de la renuncia a la maternidad o a la paternidad, ya que son irreversibles en la gran mayoría de los casos. Una vez efectuada cualquiera de estas cirugías, ya no se podrá volver a lograr un embarazo.
Ligadura de trompas de Falopio
Las Trompas de Falopio son dos conductos que conectan a los ovarios con el útero. A través de ellas, el óvulo viaja desde donde se forma hacia donde se asienta. La ligadura de trompas supone cortar ese paso, para que el óvulo no pueda llegar hasta el útero, ni los espermatozoides hasta al trompa o las inmediaciones del ovario.
El procedimiento para llevar a cabo una ligadura de trompas es quirúrgico, pero muy sencillo. Se hace bajo anestesia general y dura aproximadamente unos 30 minutos. La técnica más utilizada es la laparoscopia, para la que se hacen tres incisiones minúsculas (una para la cámara, otra para el bisturí y otra para el cauterizador). El cirujano introduce por estas pequeñas aberturas los instrumentos necesarios para cauterizar (quemar) o sellar las trompas con un pequeño anillo o pinza.
Esta operación se puede hacer de forma aislada, después de un parto, o durante una cesárea.