Una desviación del útero no es otra cosa que una colocación o posición anómala del mismo. Ocurre cuando la matriz no se encuentra en la parte central y baja del abdomen, su posición natural, con la vejiga urinaria por delante de la misma y el recto y el ano justo detrás.

Además de la localización, también la forma es importante. Es un órgano con forma similar a la de una pera. Más o menos aplanado, con la parte superior más redondeada y la inferior más estrecha. La parte inferior se apoya y une a la parte superior de la vagina y es lo que se conoce como el cuello del útero o cérvix.

El cuello del útero es la parte fija del mismo, y el cuerpo del útero se sitúa sobre él formando un ángulo abierto entre 120 y 140 grados. Esta apertura marca la posición normal. Cuando el cuerpo del útero está más flexionado de lo normal, es decir que forma un ángulo de menos de 120 grados con respecto al cérvix, se la desviación se denomina “anteversión”. Cuando , al contrario, el ángulo es más abierto de lo normal, se denomina “retroversión”, y si la desviación es hacia un lado, “lateroversión”.

Cada tipo de desviación citada suele tener unas causas diferentes, aunque hay algunos factores que son comunes a todas ellas. Los quistes, pólipos, cicatrices e infecciones en el aparato reproductor femenino, pueden causar este tipo de anomalías en la posición del útero.

Se sabe que la anteversión puede deberse a un tamaño demasiado pequeño del útero, o a posibles tumores y adherencias que lo han ido desplazando hacia delante, originadas por los traumas del parto, una cirugía abdominal o después de un aborto.

La lateroversión sin embargo, rara vez es provocada por malformaciones congénitas. En este caso suele producirse por la debilidad o acortamiento los ligamentos laterales que sujetan el útero para que permanezca en su situación normal. Las infecciones y, con en los otros dos casos, las cicatrices y los quistes o tumores, pueden provocar las anomalías descritas en los ligamentos.

La retroversión sí que puede ser congénita, o por el contrario, secundaria. La congénita puede estar causada por un útero escasamente desarrollado o un desarrollo débil de los ligamentos uterinos. La secundaria puede ser causada por un debilitamiento de los músculos pélvicos, que provocan distensión de los ligamentos, debilidad del periné, etc. Suele ser causada por embarazos repetidos, o partos traumáticos, también por otros factores como la obesidad, o el sedentarismo. Y al igual que en los otros dos tipos de desviaciones, puede estar causada por infecciones o consecuencias de un aborto.

La endometriosis grave también es uno de los factores que pueden provocar una desviación en la posición normal del útero, ya que esta enfermedad causa el crecimiento de tejido endometrial fuera del útero, pudiendo crear quistes y adherencias que afectan a la situación del mismo.

Los síntomas no siempre son claros, y a veces ni existen. Tanto en la lateroversión como en la retroversión los síntomas nos escasos o nulos. En la anteversión pueden darse micción y reglas dolorosas.

Además pueden causar ciclos irregulares, relaciones sexuales dolorosas, hemorragias entre reglas, y sensación de pesadez en el bajo vientre.

Este tipo de anomalía rara vez causa problemas mayores. A veces cuando existen se dan problemas de fertilidad, pero no provocados por la desviación en sí, sino por las causas que la provocas (por ejemplo un quiste o endometriosis). La única que interfiere en la fertilidad en la retroversión, que puede favorecer un aborto espontáneo aunque de forma excepcional.

Normalmente no se trata la desviación, sino la causa que la provoque. A veces se eliminan quistes, o adherencias para que el útero vuelva a su sitio, y en alguna ocasión se recoloca la sujeción de los ligamentos que sostienen al útero en su posición natura, para que éste vuelva a la misma.