Aunque los más pequeños poco entienden del sexo que disfrutan los mayores, viven un despertar sexual a edades muy tempranas. Es muy común ver como bebés de poco más de un año se tocan constantemente sus genitales a pesar de las riñas e intento de sus padres por evitarlo.

Sin embargo es una actitud o comportamiento más que normal, ya que es con esa corta edad cuando los más peques toman conciencia de sus órganos sexuales. Empiezan a sentir curiosidad, y a tocarlos, a explorarlos.

Entre el primer año y el tercero los niños comienzan su aventura descubriendo sus órganos sexuales. Se despierta la curiosidad, empiezan a ser conscientes de muchas más cosas, entre ellas su propio cuerpo.

Todo su interés gira en torno al descubrimiento de cosas nuevas, en torno a la experimentación. En las edades más tempranas su interés se centra en el conocimiento de cada parte de su cuerpo, no es aun cuando se conforma la identidad sexual, eso ocurre más tarde.

Se tocan sus partes, y lo hacen en público, delante de sus padres y delante de cualquiera. No han tenido aún una educación fijada ni una influencia fuerte de su entorno. Tienen una conciencia de los sexual “virgen”, sin contaminar. Por eso descubren con libertad cada centímetro de su piel, y el placer que les proporciona tocarse.

Sin embargo, pronto comienzan las presiones sociales: primero son los padres, los que se encargan de reñirles, e inculcarles que no es bueno tocarse, y menos aún en público. Es la primera barrera con la que topa s curiosidad, la primera culpa y el primer tabú que desarrollan los niños en torno a la sexualidad: no deben tocarse en público: sus padres no deben verle cuando se toca; lo que han descubierto es secreto.

Normalmente todo empieza cuando el pañal se deja a un lado. Esa parte que ha estado tapada e inaccesible durante mucho tiempo, empieza a ser protagonista de las exploraciones corporales de los niños, y es que es una parte que les queda aún por descubrir.

Entre los 3 y los 5 años, continúa el descubrimiento. A esta edad son conscientes de sus órganos, aunque aún lo los conozcan. Pero sí que saben cómo son. Y se dan cuenta de que hay otros niños que son diferentes. Esta es la etapa en la que empiezan a descubrir la diferencia entre niños y niñas. La exploración se extiende al sexo opuesto. Ahora el interés está en descubrir por qué existen esas diferencias anatómicas.

Los niños empiezan a sentir una fuerte excitación, aunque aún no saben reconocerla. Sin embargo se tocan, se rozan, y se puede considerar que se masturban para poder liberar esa tensión, aun inconsciente, pero que cada vez está más presente en sus cuerpos.

Además es muy importante no reprimir al niño ni crear sentimiento de culpa en él por sentir esa curiosidad y necesidad de descubrimiento. Quizás hay que educar para empezar a controlar los impulsos, pero sin tratarlos como algo malo.

A partir de esta edad, la curiosidad aumenta. Ya son conscientes de la diferencia de sexos, y empieza a despertar el interés por el sexo opuesto. Siguen lso tocamientos y ahora parece que quieren que se extiendan al sexo opuesto. Empiezan los juegos de exploración y de imitación a los mayores (“jugar a los papás y a las mamás”, por ejemplo). Las muestras de cariño también se ven de otra manera entre diferentes sexos, y comienza también la observación de la desnudez de los padres y las madres.

A partir de los 7 u 8 años, los niños ya comprenden parte de la sexualidad, sin embargo, la producción hormonal no acompaña a su conocimiento, y de repente pierden todo el interés por el tema.

La cosa cambia cuando llega la pubertad y la revolución hormonal, entre los 10-12 años.

Con la pre-adolescencia comienza la vida sexual del niño en toda regla. Se empiezan a desarrollar los órganos sexuales, así como los caracteres sexuales secundarios. Los niveles hormonales en esta edad provocan los primeros deseos sexuales, y despiertan el interés por todo lo que tenga que ver con el sexo. No son adultos aún, pero el despertar sexual ya no es tan tímido. La adolescencia es esa etapa de transición entre la infancia y la edad adulta, y la sexualidad es uno de los desarrollos vitales que más importancia tienen durante esta etapa.